miércoles, 27 de octubre de 2010

LOS CÓDICES (“Libros”)

Del estudio de los códices surgen tres conclusiones:
· que su idiosincrasia comunicante, emanada de ideogramas como lenguaje escrito visualizado por dibujos coloreados, es de valor documental y plástica;
· que su Modo Intimista de mostración figurativa y/o abstracta, se expresa por pensamientos visuales mítico-religiosos, explicando y pronosticando míticamente fenómenos cósmicos, visualizados mediante diseños plásticos que conforman composiciones;
· que sus imágenes mitológicas, científicas, calendáricas e históricas fueron concebidas como documento transmisor de tales pensamientos, como biografías mágico-cósmicas de deidades
o genealogías dinásticas para las escuelas de las castas gobernantes.
Los códices precortesianos que restan suman catorce: tres mayas y once nahuas. Estos “libros”, que han sobrevivido a reiterados infortunios, son un ínfimo exponente de la enorme obra escrita en Mesoamérica. Informan de los conocimientos que esos pueblos adquirieron, tales como sus conclusiones mitológicas y científicas, sus estudios astronómicos, sus calendarios y rituales, los hechos históricos con la genealogía de sus gobernantes, sus contabilidades, etc. Fueron concebidos, realizados y controlados por la oligarquía dirigente. Tanto mayas como mixtecas y aztecas --sólo de estas tres culturas quedan códices-- dibujaron y colorearon todo un universo ideográfico que se desarrolló hasta concretar una escritura fonética como la maya.
Los códices no son exactamente libros ni en ellos se escribió como lo entendemos hoy pero, por otra parte, se debe precisar que sí se utilizaron como libros en los cuales se escribieron signos y se configuraron ideografías de pensamientos complejos.
Los códices eran fabricados con la corteza machacada del árbol amate, con la fibra del maguey o con pieles de venado. Se confeccionaban largas tiras de papel cubriendo ambas caras con una fina capa de cal y goma aglutinante; luego se doblaba la tira como biombo colocándosele dos tapas de madera. Este papel aún hoy se fabrica, es el amate: amatl, en lengua náhuatl.

Códices mayas. Dibujos con fondos coloreados. ¿1200 -1400 d.C.?
Ellos son:
· el Códice de Dresden, es el más antiguo; mide unos 3,50 m desplegado y es un tratado de astronomía, con astrológicas profecías extraídas de conclusiones sobre conocimientos de la mecánica celeste;
· el Códice de París, es un fragmento que mide 1,45 m y contiene un tratado ceremonial;
· el Códice de Madrid, mide unos 7 m y su contenido es adivinatorio.
En todos los códices predomina el dibujos coloreados, a veces con suaves fondos contenedores.
Las imágenes de los códices mayas son la trasmutación ideográfica de sortilegios sublimados; la obsesión por la medición del tiempo que los mayas persiguieron. Estas barrocas abstracciones glíficas están allí, marcadas con el fuego de la pasión intelectual
religioso-científica plasmada en el ente-libro. Su Ser navega en la fusión del pensamiento visual y la mano ejecutora, entre idea y acción gráfica. Tal aptitud, que define la esencia vocacional del artista, es en estos libros configurada como lenguaje escrito pero sublimado con sensibilidad plástica.
Hacer un libro a mano, artesanalmente, desde su forma hasta el contenido, es en sí una creación artística. De esta manera, con lúcida sapiencia intuitiva e intelectual, son una creación plástica de textos, teniendo la plástica la misión de un medio fáctico para trasmitir pensamientos mítico-cosmológicos en función de adivinación astrológica; son códigos proféticos de un ámbito religioso estructurados estéticamente con Modo Intimista.

Códices nahuas. Dibujos coloreados.
Procedencia mixteco-azteca, posterior a 1200 d.C., mediados siglo XVI.
La concepción estética de los pueblos nahuas es distinta a la maya. Estos libros muestran una mayor complejidad compositiva y formal: son una realidad plástica de Estilo Barroco, sobrecargada de focales detalles intimistas, determinando una estructura de figura-fondo propia y un personal manejo espacial de la página. Éstas, se presentan pletóricas de figuraciones significantes siendo el dibujo un armazón intelectualizado para una evidente preponderancia de simbólicas armonías semióticas. Varios son los códices precortesianos, mixtecas-aztecas, que aún se conservan: el Borgia, siglo XV, el Vaticano, el Boloña, el Fejérváry-Mayer, siglo XII y el Laúd, siglo XII. Estos cinco libros se relacionan entre sí y poseen un contenido informativo religioso calendárico.
También se han conservado los siguientes códices: Bodley, 1ra. mitad siglo XVI;
Colombino, siglo XII; Borbónico, 1ra. mitad siglo XVI; Nuttall y varios más que son copias de originales realizadas durante el siglo XVI.
El códice más cromático es el Borgia y caracteriza a las deidades con mayor precisión en los atributos y simbología. Sería imposible en esta síntesis de análisis estético, particularizar códices o páginas pues el material es inmenso. No obstante esta pluralidad, merecedora de un tratado propio, se expondrán algunas reflexiones que hacen al común de los libros y ejemplifican su esencialidad.
En general el dibujo es ceñido, de severo perfil, estructurando figuraciones plantadas con independencia de fondo y espacialidad. Ocurre lo contrario al diseño maya donde las formas gozan de flexibilidad lineal pero están compuestas en cerrados cuadrángulos. En las pictografías nahuas las figuras flotan siempre sobre un fondo claro y no apretadamente limitado. Estas ordenadas marañas barrocas de personajes míticos muestran una paleta cromática sobria, de valores tonales bajos con sentido de tonos locales y simbólicos.
La iconografía es más o menos naturalista en los detalles corporales, anatómicos y de indumentaria pero, al mismo tiempo, denuncia una gran fantasía idealista, metafórica y a veces metonímica, que se reitera y estereotipa, sobre todo en los signos. También se evidencia la intención de convencionalizar los detalles formales de los personajes y las ideas que encierran. (Sin esta imposición formal-simbólica-semántica no se hubiera podido construir conjuntos de pensamientos y transmitirlos en distintos textos.) Esto, no impidió que cada códice posea un propio sentido plástico, de estructura y artesanado, cuyas variaciones formales establecen la concepción de diferentes escribas, de un común criterio nahua.
Tanto las escenificaciones mítico-calendáricas, de mensajes augurantes o históricos, cual documentos periodísticos han sido plasmadas con definido pensamiento visual, expresivo y racional logrado sobre un fondo neutro, plásticamente nulo. Estas escenas poseen un vitalismo de cambiantes climas, pues emanan de un sincretismo ideológico y formal de alta complejidad, de un diálogo producido por la unión dibujo y color donde el diseño limita el discurso y lo cromático establece diferentes "timbres" a los pensamientos ya que los colores son simbólicos. Tal plástica pone en evidencia la esencia del mensaje fusionado con el diseño. La impar fantasía creativa que ostentan, coloca a las imágenes en un transcurrir atemporal. Este logro propio de su Ser es la exterioridad de un trasfondo metafísico de latencia trascendental. Aquí se expone una carga ontológica que alude al espíritu de aquellas gentes y que supieron transfigurar en poesía plástica, y proyectarlo a una de las cimas del pensamiento visual amerindio.

Conclusiones
Tanto en su objetivo de texto documental, como en su composición plástica, los códices poseen una particular manera expositiva que suscita confusión e incomprensión para la mentalidad occidental. A pesar que, también acá existen formas emparentadas por ideas y un espacio que unifica limitando la percepción del tema, tal como ocurre en la plástica de occidente, en estas obras sus claves, ideológicas y estéticas, son desconocidas para la mayoría de los humanos de hoy.
Se debe reiterar que estas imágenes no son ilustraciones de un texto: son el texto.
No son pintura, pues no hay un juego dialéctico entre las manchas de color, ya que en general, el cromatismo es un coloreado simbólico y para diferenciar fondo de figuras.
Sobre la base de haber aclarado este criterio mesoamericano, es que se debe comenzar la comprensión de los códices sin olvidar, el enorme porcentaje artesanal, plástico y estético que muestran. Tal obra pervive consustanciada, en forma y color, con los ideogramas y su estructura compositiva. De esta manera se llegará a una aprehensión integral de esa realidad-códice que nos entrega, al igual que todo el arte amerindio, un inteligente pensamiento visual desarrollado como semiótica y expresión.
Se dieron en Amerindia los valores de un nexo semántico-artístico que, involucrando a las profundas calidades mágico-poéticas del Ser, hacen a la esencia e intereses del espíritu humano. En los códices, los mayas, mixtecas y aztecas escribieron su pensar para perennizar ese espíritu.

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