viernes, 22 de abril de 2011

PLÁSTICA MAYA CLÁSICA. Escultura Cerámica Dibujo Pintura
México - Guatemala - Honduras 300 - 900 d.C.

Desde su principio aldeano en el Periodo Preclásico, 600 a.C., las comunidades mayas se establecieron en núcleos independientes en cuanto a su desarrollo interno. Estos grupos dieron posibilidad, a comienzos de nuestra era, a la consolidación de una sociedad feudal y teocrática, gobernada por castas sacerdotales. Al igual que en gran parte de Amerindia, se produjeron la múltiple erección de centros ceremoniales que, tácitamente, presentaron la imagen simbólica y egocéntrica de que allí era el ombligo del mundo. Cada centro de culto fue la materialización de un pensamiento mítico-religioso común a toda la zona maya, morfológicamente centrípeto, autárquico y características constructivas locales propias.
La unión conceptual de los distintos grupos mayas clásicos residió en un acuerdo federalizado sobre mitos y religión, estudios astronómicos, calendarios, matemática, política económica y, estéticamente, en un modo básico de concebir la plástica: de modo intimista y barroca. Toda esa mancomunada cosmovisión no impidió una creatividad que, de acuerdo con su diseño, identifica a cada centro al igual que su artesanado. En general, la plástica maya posee un clima que la envuelve, emparenta y califica sus varias morfologías pero, reitero, de una identidad formal regional con su respectivo canon propio, que individualiza a un centro de otro.
Es así que se puede hablar de Tikal, Copán, Palenque, Yaxchilán, Piedras Negras, etc. como centros de autóctona morfología y propósitos estéticos particulares. Además, hilando fino, ese generalizado modo intimista fue acompañado, en determinados sitios, por elementos de tendencia modal monumental. Esta hibrides se evidencia en las pirámides templos de Tikal o Copán y en algunas estelas y altares monolíticos de Quiriguá pero, ese importado monumentalismo, no cambiará nunca la esencia intimista maya.
Esta cultura no planeó integralmente, desde su origen edilicio, la planta urbana de algunos de sus centros ceremoniales: Tikal, Yaxchilán, etc. Su criterio constructivo en varios casos fue de inmediatez impulsiva, de notoria espontaneidad y premura,

sin desarrollar estéticamente un concepto de armonía espacial ni de volúmenes concurrentes como se realizó en Monte Albán o Teotihuacan. Por tal razón realizaron a menudo un abigarrado amontonamiento de masas que muestran su despreocupación urbanística. En cambio, los templos revelan con su ubicación
y direccionalidad intención y conocimiento astronómico.
Los mayas del Clásico en general no presentan una voluntad definida y constante en cuanto a su trabajo con la espacialidad; su incapacidad de subordinar el detalle en función del todo --salvo Palenque y Copán--, les impidió concebir una creación expansiva y es así que son urbanismos introvertidos plenos de palpitaciones focales. Se manejaron febrilmente, con vertiginosidad cambiante e inestable --característica del intimismo-- construyendo, entre el trescientos y el novecientos d.C., con pasión religiosa y arquitectónica diversos diseños locales. Remodelaron, cubrieron viejos edificios con nuevos, agregaron arquitecturas laterales y levantaron otros templos y palacios. Esta volubilidad de errabundos forjadores siempre disconformes, encerrando espacios con edificios de efímero transcurrir, fue su norma constructiva; lo que se levantaba hoy se cubría o ampliaba en pocos años: fue un constante rehacer.
Esa disconformidad tuvo su contrapartida en el pensamiento abstracto donde, con asombrosa y coherente persistencia secular, levantaron otro tipo de "edificio": una absoluta lógica razonada con talento superior; una enorme creación intelectual que apunta a lo estable del tiempo: su medición con la invención de dos calendarios de sorprendente precisión; el desarrollo de un pensamiento matemático intérprete de la mecánica celeste; una prolífica cantidad de signos glíficos aritméticos y de lenguaje escrito y fonético. Tanto en este territorio intelectual como en el plástico, es donde sobresalió el Ser maya. Tal aseveración se comprueba en una de sus más caras joyas arquitectónicas: la impar Palenque; en la sensualidad de sus esculturas, por lo general relieves tallados o magistralmente modelados; en sus eximios dibujos de asombrosa vitalidad, en sus delicadas y acabadas cerámicas; en las excelentes pinturas murales de Bonampak.

Análisis de los Géneros Plásticos


Escultura. Relieve: Estela, Dintel, Panel. Lapidaria
Tridimensión: Altar, Bloque, Estatua, Estatuilla.
Cerámica. Urnas.
Dibujo.
Sobre cerámica, papel, etc.
Pintura. Mural.

Escultura.
En escultura los mayas tallaron piedras y maderas y modelaron con estuco y arcilla. Estas dos técnicas les permitieron realizar una de las más variadas y multifacéticas actividades escultóricas de Amerindia, inscriptas todas las variantes en un definido Modo Intimista.
La mayor cantidad de representaciones se ejecutaron como relieves siendo escasas las esculturas de bulto. Esto sucedió por su gran vocación de dibujantes puesta de manifiesto en toda su plástica.
Como fue norma, cada centro poseyó diseño propio. En algunos sitios su morfología varió de acuerdo con las épocas; este hecho es un ejemplo de la constante inquietud cambiante de la idiosincrasia maya.
A menudo se habla de la plástica maya como un todo único: nada más falso, formal
y estéticamente. No se debe confundir su unidad mitológica, religiosa, astronómica o glífica con los respectivos criterios formales de cada centro. La obra maya no es una, hay tantas morfologías como sitios.

Relieve: Estela Dintel Panel Mosaico
Estela.
En general es un monolito, alto, angosto, chato y rectangular. Sobre sus caras se talla de modo esgrafiado o en alto o bajo relieve motivos figurativos y/o abstractos. Las mayas como norma representan a un personaje humano. La función de la estela es conmemorativa y documental pues en sus caras o cantos se tallan glifos numerales de fechas. Este tipo de monumento es uno de los hechos plásticos más autóctonos de cada centro ceremonial.
Tikal. Las estelas de Tikal no son muy altas y su talla, que ocupa una sola cara, representa a un sacerdote, la más de las veces, de perfil. El tallado es plano, sin modelado anatómico y con un exagerado diseño de ropajes, ornamentos foliados y glifos que hacen que el personaje casi desaparezca. Durante seis siglos del Clásico el conservadurismo formal de Tikal en cuanto a su arquitectura, también se manifestó en las estelas ya que los cambios fueron ínfimos pero sus objetivos simbólicos se incrementaron en función del documento. La talla trasmite preocupación plástico-expresiva del personaje representado y un interés permanente en fechar acontecimientos.
Copán. Aquí las estelas muestran una estructura muy distinta y única. Son monolitos prismáticos trabajados íntegramente en sus cuatro caras, con un tallado minucioso ensamblando la representación de un rey-sacerdote con detalles míticos, glíficos y ornamentales que sobrecargan y envuelven el bloque. El conjunto es imponente: un silente hieratismo surge del meandro de formas otorgándole, desde alguna distancia, carácter monumental a pesar de su extremo barroquismo. Tal conglomerado detallista induce la atención hacia un claroscuro de múltiples focos que la mirada recorre ávida, plena de estupefacción perceptiva. Este sensual conjunto de volutas y glifos, cuando se lo observa desde cierta distancia, se funde en un todo de notable armonía tonal y presenta la integridad de una estatua. Desde cerca su intimismo es categórico, de lejos se esfuma produciéndose una solemnidad monumental. Es el nexo de los dos modos de expresión estética que anima el Ser de estas obras modalmente híbridas; es una mágica realidad de asombrosa vigencia consolidada en su ambivalencia. Los efectos dinámicos de la luz juegan con esta dualidad entre la inestabilidad cinética de sus ritmos y la esencialidad de su morfología. Es una dialéctica inherente a las formas plásticas, que conlleva y exalta lo transitorio del intimismo que emerge de la estabilidad eternal del monumentalismo. Tal simbiosis, nacida de la volubilidad de su existencia, es colocada en su ansia de perennidad como lo trascendental de su Ser expresado con esa dualidad. Las estelas-estatuas de Copán trasmutan los modos en una unívoca plástica estético-metafísica. He aquí su carácter único en Amerindia.
Piedras Negras. Es aquí donde, al igual que en los dinteles de Yaxchilán se percibe la escenificación expositiva de un tema. Las estelas se dividen en dos tipos bien definidos en cuanto a su función y realización: las compuestas como pétreos cuadros narrativos, con personajes en un accionar social, las que fueron concebidas para conmemoración de un rey-sacerdote. Las primeras muestran escenas de la vida diaria ejecutadas con precisión naturalista. Las segundas, realizadas también en un alto bloque prismático, poseen un carácter distinto: en su frente, emergiendo de un nicho, un personaje está sentado en posición de Buda. La figura ha sido tallada casi como una escultura de bulto, desprendiéndola del interior del nicho, pero sin sobresalir del plano frontal. A veces acompaña a la figura otra, en la parte inferior del bloque, con abundante ornamentación y glifos. Todo el conjunto está tallado de manera plana sobre el frente del monolito trasmitiendo serenidad ceremonial. Por lo tanto, en algunos relieves campea una visión mundana, de acaeceres existenciales, mostrados con vibrante naturalidad; en otros, lo serio y ritual, lo sacro de un sacerdote conductor y pensante, autoridad en mitos, cosmogonías, augurios y abstracciones y cuya norma de vida son los autosacrificios sangrientos, la política y el intelecto.
Quiriguá. En este centro se encuentran las estelas más altas de la zona maya clásica: oscilan entre 5 y 10 m. Son prismáticas, con relieves sin demasiada profundidad que representan un rey-sacerdote, ornamentos y glifos calendáricos que cubren la mayor parte de la superficie del monolito. Poseen, además de su funcionalidad conmemorativa, aritmética e ideográfica, valores que denotan obras que trascienden lo documental para pertenecer al ámbito plástico-artístico. Tales estelas son por su particular realización distintas a las de otros centros. Aquí, se objetiva un severo formalismo de reposada intelectualidad, sin la foliada frondosidad sensual. Se marca una firme voluntad de que la obra cumpla su función conmemorativa y comunicante sin excesivo barroquismo; todo es taxativo, concreto
y semiótico acompañando la representación del personaje. El discurso documental está realizado respetando la cuadrangularidad del bloque donde la sensualidad se ha moderado en los elementos simbólicos. Se comprende que la racionalidad empleada ha enfriado el discurso para dar preferencia a una mayor claridad
y síntesis expositiva del mensaje.
Dintel. Un dintel es una placa de piedra o madera tallada. Entre los mayas la placa fue colocada horizontalmente sobre el vano de entrada de un edificio o usada como viga de madera. Son relieves de temas cotidianos o míticos, realizados de acuerdo con cada centro.
Yaxchilán. Sus dinteles poseen un diseño propio que crea un clima grave y ceremonioso. Presentan personajes con una modulada talla y la intuida anatomía bajo el ropaje. Su ampulosidad es un idealismo intencional para cargar a los personajes de apariencia sobrehumana. Las formas son robustas, sólidas, solemnes, ostentando complicados ropajes detallados en sus tejidos y ornamentos. Los cartuchos glíficos, que se suman a la composición hacen que no queden vacíos, abigarrando la superficie del rectángulo. La estructura compositiva es asiduamente asimétrica, con ejes diagonales, elemento característico que dinamiza el conjunto.
El tema mítico también está presente con marcado expresionismo. La autoritaria presencia del personaje jefe establece un clima denso, cargado de presagios, de silencio expectante que la figura subordinada trasmite y que el jerarca produce. Los valores plásticos y expresivos impactan por su claridad expositiva que confiere a los relieves la impar grandeza que toda obra de arte lograda explicita.
Panel. Es una superficie mural delimitada y modelada en alto relieve figurativo y de poco espesor. Completan el todo numerosos glifos calendáricos y lingüísticos. Los más destacados se encuentran en Palenque sobre muros de templos. Estos relieves a veces representan escenas naturalistas con dinámicos personajes, otras, explícitos documentos históricos y alegorías míticas. Los primeros se encuentran en los frentes exteriores de las bóvedas, debajo de las cresterías; los segundos en las paredes de fondo de los santuarios. Muestran severos jerarcas presentando un tema central mítico y exponen una suerte de relato de comunicación y conmemoración histórica de sucesiones políticas, rodeados de glifos con fechas calendáricas. Los relieves de Palenque fueron modelados con estuco y sobresalen por la maestría de su factura que trasmite un expresivo vitalismo de conmovedora naturalidad.
Mosaico. Relieves realizados con pequeñas piedras talladas y ensambladas.
De muy diferente factura y distinta concepción plástica son los relieves de los grupos mayas puuc, chenes y río Bec, con centros ubicados en la mitad norte de la península de Yucatán. Estos tres tipos de diseños pertenecientes al Clásico Tardío
--siglos VI al XI d.C.--, exponen una abigarrada imaginería arquitectónico-escultórica de Modo Intimista, Barroca y geométrica. Cada una de estas morfologías exhibe características propias pero los acerca un mismo misticismo y una similar técnica en la realización de los relieves. El que alcanza mayor relevancia estética es el puuc al cual se lo admira en los edificios del centro de Uxmal.
El tema desarrollado es convencional y omnipresente: un mascaron de Chac, dios de la Lluvia, unido a rediseños alegóricos de serpientes. El pensamiento mágico que trasmiten estos mosaicos es la veneración obsesiva a Chac ya que la región carece de abundancia hídrica. Están armados en largos frisos de unos 3 m de alto ubicados sobre los vanos de entrada y perimetrándo los muros de los edificios. Son ensambles geométricos e ideográficos con pequeñas piedras talladas y adheridas con estuco. La estructuración de los frisos presenta variaciones sobre el mismo tema y el conjunto se observa como una idea tanto mítica como estética, de extremo barroquismo pero de esplendente afecto que convierte a la arquitectura en un escenario de superior armonía al servicio de lo simbólico, produciendo una fusión arquitectónico-escultórica. Tal imagen convierte a los edificios de Uxmal, Chichén Viejo, Sayil, Kabah, etc. en artísticos paradigmas de la intelectualizada y exuberante morfología puuc que se muestra como impar hecho estético y plástico.
Lapidaria. La talla del jade, durísima piedra verdosa, es de vieja data en Mesoamérica. Ya los olmecas, más de mil años antes que los mayas, la trabajaban con maestría. Esta piedra fue considerada desde el Preclásico hasta la conquista como de máximo valor y calidad. Tuvo en los mayas excelentes artífices de pendientes, collares, placas talladas, amuletos, hachas, etc. La contribución maya fue siempre sensible y de expresivo intimismo, de pequeñas dimensiones pero de grandes dificultades técnicas en su labrado, lo cual no fue impedimento para lograr plasticidad en los personajes representados en las placas y estatuillas donde consiguen, con un vívido tallado de matices y sutilezas, un verismo naturalista, gestual y psicológico, envuelto en la atmósfera mística propia de toda obra maya.

Tridimensión: Altar Bloque Estatua
Altar. La solución estético-formal aportada, en los altares de Tikal es similar a la de sus estelas. Estos pétreos bloques redondos son de baja altura, con relieves bajos en su plano superior y alrededor de su canto. Se deduce, después de estudiar la plástica de Tikal, que sus estelas y altares no fueron manifestaciones sobresalientes: cumplieron con una función conmemorativa y ritual, y se evidencia que el acento inspirado de su capacidad artística fue volcado en su singular arquitectura.
En cambio en Copán ocurre que sus altares son tan trascendentes como las estelas. Están ejecutados con una intrincada talla que los convierte en misteriosas esculturas meándricas y barrocas. Lo propio en ellos es su tema mítico-simbólico que nos introduce en un hondo y hermético intimismo trágico. Los altares son esculturas talladas con enardecida pasión mística, sobrecargados de encendidas ideas plásticas. Estas llamas tropicales se presentan amalgamadas a una botánica pétrea: lo foliado con lo esotérico, lo eternal religioso con lo inestable transitorio, lo iridiscente de un oficio superior para transmitir lo mítico terrorífico. Están poblados por lo superreal; son fantásticos, trágicos y expresionistas, un ejemplo de intimismo dinámico que acompañan, en forma y carácter, a las estelas de similares connotaciones expresivas.
Bloque. Los ovoides bloques pétreos se encuentran en Quiriguá, centro de culto del este de Guatemala. A dichas rocas se las ha querido transformar en una entelequia plástica: míticos monstruos zoomorfos surgidos de alucinados pensamientos visuales y razonadas cosmogonías. En general, se los adaptó a la forma original del bloque, intención ésta que hace sospechar un hondo respeto místico-ritual por la roca en sí. Este mitológico zoo muestra a veces, en las enormes fauces abiertas de sus monstruos, cual una profunda caverna que expele o traga, la cabeza o figura de un ser humano. Es plausible pensar que el monstruo simboliza la fecunda Tierra que, en ambivalente acción, traga su alimento o está pariendo la vida. Ese enigma, representado con similar criterio, a menudo estuvo presente en Mesoamérica.
(Había sido expresado mil años antes por los "altares" olmecas.)
Los bloques se han trabajado de modo que produzcan un efecto lumínico expresionista, con violentos contrastes de luz y sombra. Muestran ambivalencia modal: a pesar de su gran volumen un sugerente Modo Intimista se impone, tanto por la horadación de huecos rompiendo la forma general como por su proliferación detallista de elementos temáticos y de omnipresentes glifos. No obstante, se siente también una fuerza tendiente a sublimar lo monumental y un interés por la perdurabilidad de lo expuesto en la talla. Si bien la forma no contribuye plenamente
a la monumentalidad, ésta se presenta quedamente, exhalando su Ser con
fantasmal aliento.
Estatua. La escultura tridimensional en la cultura maya es escasa. Su vocación básica, el dibujo, predominó en relieves y pintura. La estatuaria se encuentra sobre todo en Copán, Quiriguá, en las cabezas modeladas de Palenque y en las estatuillas de Jaina.
En Copán se muestran los ya analizados altares y la intencionalidad estatuaria de algunas estelas; en varios personajes mitológicos como jaguares y murciélagos = Muerte y en los delicados "retratos" del dios del Maíz. Una sensibilidad lírica y gestual anima estos rostros
de un joven maya con hondura mística, espiritualidad y éxtasis. Aquí se llega a una máxima consustanciación entre la materia y el alma, entre el hombre y su Ser-Dios. En esa realidad creada hecha arte hay una esclarecida imagen donde el Ser autoral Es Religión como esencia mística. Religión y estética son acá cúspides e inmanencias de la Fe.
Los retratos modelados de Palenque representan personajes de su casta gobernante con un naturalismo exacerbado de gran vitalidad y la palpitación de la materia modelada --estuco-- es notable por su expresión.
Estatuillas de cerámica. Singular expresión son las estatuillas encontradas en tumbas de la isla de Jaina, al noroeste de la península de Yucatán. De unos 0,25 m de altura promedio, están realizadas con molde y en parte modeladas. Son de excelente factura y representan personajes de la sociedad maya. Su naturalismo las muestra en diversas actitudes y con una expresa definición de trajes y ornamentos. Estas pequeñas esculturas de Modo Intimista, alejadas de la sacralidad solemne de las estelas, altares o urnas, poseen un acendrado humanismo que este pueblo modeló con certera libertad expresiva, para destacar los más variados personajes masculinos y femeninos. Por su intención mundana hacen recordar las esculturas cerámicas de Occidente de México.

Cerámica.
Con la cerámica no sólo se pueden establecer periodos y cronologías históricas de una cultura sino introducirnos, estudiando su forma e imágenes, en su pensamiento mítico-estético. Durante la época clásica de produjeron dos tipos de ceramios: Tzacol, 200 - 600 d.C. y Tepeuh, 600 - 900 d.C.
La cerámica Tzacol es la de mayor antigüedad y con su aparición se evalúa el comienzo del Clásico. Sus formas fueron notoriamente influenciadas por Teotihuacan; esto ocurrió, sobre todo, en las características cajas redondas trípodes y con tapa. Sin embargo sus imágenes, a menudo geométricas, delatan su naturaleza maya. La cerámica Tepeuh marca el apogeo del Clásico lográndose las más finas piezas por su acabado y la creación de excelentes dibujos figurativos con intenciones narrativas.
Urnas. Se han recuperado variados recipientes escultóricos como urnas sahumadoras y funerarias. Son en general de fuerte expresionismo; poseen una presencia severa en su presentación de dioses. Estos ceramios escultóricos, de mediano tamaño, se hallan inmersos dentro de un meandro de foliadas formas que las enmarcan y dan al todo un carácter de sensual barroquismo. Sumergidas en sus serpenteantes volutas crean un clima propio que cada región según su diseño adecua con variantes propias.

Dibujo, sobre cerámica.
La cerámica Tepeuh la más de las veces son platos y vasos que, sobre un fondo claro, desarrollan sus imágenes. Estos platos dibujados y coloreados presentan a menudo en su interior un doble círculo, cercano al borde con glifos y en su centro, figuras esquematizadas humanas o animales. El dibujo es ágil, trazado con soltura y dominio del pincel o pluma, dando lugar a una composición de dinámicas líneas. En todas sus manifestaciones plásticas, los mayas, han revelado una especial capacidad por el dibujo, por lo gráfico. Esta vocación es reafirmada por su gran expresividad lineal en enésimos ceramios.
Los vasos, de unos 0,15 m de alto, tienen inscripciones glíficas en su borde superior y en el centro de la pieza se crea un exquisito motivo documental o mítico. Los temas, dibujados y coloreados con tonos planos, varían desde escenas más o menos estáticas, de realidades sociales hasta figuras individuales, muy dinámicas, que envuelven la redondez de las piezas. En estos casos, el rasgo característico, es una vitalidad que conlleva naturalismo a las situaciones con los personajes. Son escenas intimistas contadas en relación con hechos cotidianos, míticos o políticos, con una grácil y poética sensibilidad lineal.

Pintura.
Los murales de Bonampak. Desde su descubrimiento en 1946, han producido una lógica conmoción, tanto histórica como plástica, sobre los conocimientos histórico-políticos que se tenían de la segunda mitad del Clásico maya y su creatividad muralista. Son doce paredes pintadas en tres habitaciones de un edificio de misteriosa función. En estas pinturas se escenifica un relato de hechos cotidianos y militares producidos en una aristocrática familia feudal maya. Al interpretarse los temas desarrollados las imágenes han cambiado el antiguo concepto generalizado de que, en todo el periodo teocrático, los mayas habían conservado una relativa pasividad y una actitud no agresiva.
La antigüedad de estos murales se remontaría al siglo IX d.C. Las escenas guerreras, de la habitación central, hacen deducir que por esta época los militares fueron imponiendo su poder y prácticas sangrientas sobre la secular autoridad sacerdotal. Esto habría ocurrido unos doscientos años antes de la llegada de los toltecas, a quienes se los creía introductores del militarismo en la zona maya.
Pero, considerado su revelador e importante valor histórico, acá nos encontramos con un excepcional trabajo plástico, más intuido que visto debido a su gran deterioro. No obstante aún podemos apreciar sus originales logros colorísticos, compositivos y expresivos. Un ceñido dibujo y una sabia armonía de valores, ejecutada con colores planos, crea una presencia plena de acción, de existencia humana. Ese vitalismo cotidiano, tan lejano de la sacralidad hierática de los murales teotiuacanos, nos enfrenta con escenas configuradas dentro de un definido movimiento interno de inestable intimismo expresivo.
Mejor que describir cada mural, como tantos textos lo hacen, es más relevante y coherente cumplir los objetivos estético-interpretativos de este estudio. Señalaré primero que esta temática mundana tiene como protagonistas a personajes y hechos sociales que están fuera de la solemnidad ceremonial siendo esa una de las atípicas características de los murales.
Aquí se relatan actos humanos relacionados con lo cotidiano: la pompa, ornamental y sonora, de la nobleza gobernante; la realización de un autosacrificio sangriento; la preparación y posterior batalla contra una tribu rival y el explícito sacrificio de los cautivos; un lujoso baile cortesano de plástica sonoridad, una escena de autosacrificio, etc. Como se puede apreciar las pinturas rompen con una manera expositiva que había durado más de seiscientos años.
Por otra parte, desde la estrictez plástica, se observa una incipiente espacialidad que campea por el ámbito de las escenas. Este comienzo de espacialidad es logrado tanto por los colores contrastados entre fondo y figuras, como por un conciso dibujo y la estricta dimensión de los personajes. De esta manera, con innovadora intención plástica, se consigue superar la planimetría como, por ejemplo, con el estupendo dibujo casi escorzado de un cautivo recostado, caso único en Amerindia. Lo aéreo de las composiciones se logra por una exacta valoración tonal y la frialdad de un vasto fondo verde azulado o amarillo sobre el cual se corporizan los personajes pintados cálidamente, con tierra rojiza como color local de la piel.
Un nuevo concepto compositivo se patentiza en el hecho que no se cambian los tamaños de los personajes, ni para diferenciar al más poderoso del más humilde ni para indicar cercanía o lejanía. Todas las figuras tienen una dimensión similar y, sin embargo, se ha conseguido su correcta ubicación morfoespacial dentro de las composiciones.
Por último señalaré otro logro de verdadera originalidad, revelador de la agudeza expresiva de aquellos artistas pintores: las escenas crean un intimismo mágico y fascinante; sus temas y acciones han sido "sonorizados", sobre todo se "escuchan" con estridencia las escenas guerreras y en la que desfilan los músicos. El sentido audiovisual de los murales de Bonampak está cabalmente expresado y significa un hito de trascendente importancia plástico-expresiva. Es lamentable que tales valores artísticos sean aún en América de ínfimo estudio y conocimiento.
Como conclusión podemos resumir que en esta obra hay espacialidad, acción y "sonido" que, hasta su descubrimiento, se creían ausentes del arte mesoamericano. Por otro lado, el conocimiento histórico corregido, ya que se había construido un falso modelo político del periodo maya teocrático. Entre los siglos VIII y IX d.C. hubo intenciones expansionistas, por una voluntad militar beligerante. Este cambio fue revolucionario pues transformó la estructura de mando, reformó y condicionó la temática representativa hacia una nueva visión de figuraciones agresivas ausentes en el pasado. Bonampak prueba ese cambio ideológico, político y plástico-temático maya.
Los murales, grandiosos dentro de su intimismo son una "epopeya" de lo cotidiano, descripta con forma, color y "sonido". Sus artistas lograron detener el tiempo de esa realidad y hacer permanente lo fugaz e inestable. Una vez más, aún cambiadas las pautas políticas, continuaron expresando la esencia misma de su excepcional sentido narrativo.

Conclusiones generales
Así como teotihuacanos, zapotecos o incas poseyeron la aptitud monumental en arquitectura, la plástica maya es en general intimista.
Iniciar un análisis de las características y matices del intimismo maya y sus estilos morfológicos aplicados en diferentes géneros plásticos fue el objetivo de este análisis.
Además, he intentado demostrar que la plástica amerindia posee un fundamento metafísico mítico-religioso que hace a la condición de su Ser y que se realizó configuradamente, expresando plásticamente las ideologías con los dos modos de dicción estética: el intimismo
y el monumentalismo. Esto fue así de acuerdo con la aptitud y finalidad que cada pueblo tuvo y necesitó.