miércoles, 4 de agosto de 2010

TOLTECA

La primera revolución militar imperialista mesoamericana la produjeron los toltecas, grupo nahua que para el 860 d.C. había fundado Tula, ubicada en la meseta central de México. Dicha revolución fue total: política, mitológica, ceremonial, constructiva, estética y plástica, fundando un accionar conquistador que se extenderá hasta sus descendientes aztecas. (En esta síntesis me ocuparé sólo de lo artístico.)

Supieron extraer enseñanzas de la tradición teotihuacana, de la cual tomaron aquello que coincidía con sus propias ideas. Las concepciones arquitectónica y escultórica cambiaron, logrando una dimensión morfoespacial y artística de relevante originalidad. Realizaron sendas concreciones urbanas y plásticas de acuerdo con sus nuevos conceptos teológicos y militares.
Como toda cultura de conquista territorial, implantó un formalismo arquitectónico pragmático de Modo Híbrido, con elementos monumentales e intimistas integrantes de la obra, concedió una mayor espacialidad interior a los edificios por medio de gran cantidad de columnas, conjunto de vigas con techos planos y utilizó tipos constructivos con mampostería de piedra y cal acelerando la terminación de las obras.
La novedosa manera de construir, con el sistema columnata, vigas y techo plano, quedó plasmada en su centro ceremonial, en el llamado "Palacio Quemado" y su principal pirámide dedicada al dios Tlahuizcalpantecuhtli, la Estrella Matutina (Venus). También es patente en la invención del tipo de obra denominado tzompantli, basamento dedicado a la exposición de calaveras producto de los sacrificios humanos; en el diseño de los campos de pelota y en murales con imágenes guerreras.

La estatuaria lítica, condiciona lo temático a la ejecución de relieves e incisiones plenos de detalles intimistas. Aquí, lo tridimensional es el bloque en sí, no lo tallado en él, similar a los monolitos tiwanakotas. Esto es lo que ocurre con los "Atlantes", columnas escultóricas --cariátides-- del templo de Venus, de cabal presencia militar; o con las columnas serpenteas y emplumadas
--cariátides de Kukulcán / Quetzalcóatl--, en templos de Chichén Itzá, donde la cabeza del ofidio es el plinto, el cuerpo el fuste y el crótalo el capitel, apoyo de la viga. Ambas creaciones son de Estilo Abstracto: Figurativo e Híbrido. Los "Atlantes" son cuatro columnas escultóricas compuestas cada una por tres bloques prismáticos superpuestos y encastrados. La imagen del guerrero está tallada como relieve sobre la piedra, no como escultura tridimensional. Se observan dos criterios morfológicos simultáneos: las grandes síntesis del rostro y el pectoral
--símbolo del Fuego, Abstracto: Geométrico-- junto a los nudos, taparrabo y caracoles de los empeines --símbolos de fecundidad, Figurativo: Idea-lista y Barroco--. Tal situación híbrida es producto de la influencia purista teotihuacana aunada al barroquismo tolteca. En general, la plástica tolteca muestra imágenes mitológicas relacionadas con lo bélico y sus guerreros.
El soldado ha reemplazado al sacerdote y deidades de la Época Clásica.

El mal llamado "Chac Mool" = Jaguar Rojo, es un personaje mítico creado por esta cultura. Se lo podría considerar una especie de "correo" que llevaba los corazones sacrificados a los dioses. Formalmente revolucionarios, son compactas concepciones cuyo bloque desbastado aún se patentiza como tal, estableciendo un nuevo criterio tridimensional, morfológico y espacial, distinto al conseguido con el bloque esferoide, cúbico o el típico prisma vertical. El encontrado en Chichén Itzá es un monolito horizontal, que constituye un tipo de obra de excepcional originalidad estructural y compositiva. En este "Chac Mool" se diseñó un diálogo de singular equilibrio entre un pleno y un vacío sin que éste abandone el bloque pues resta como volumen virtual. Tal vacío potencia, formal y expresivamente al pleno. Es una obra de causalidad
mítico-religiosa donde el enigma impera desde el hermetismo de una petricidad cabal, donde diseño y contenido son presentados con absoluta coherencia.
No hay duda que los toltecas cambiaron los patrones culturales en lo político, religioso, ceremonial y artístico. La poderosa ideología teocrática teotihuacana con su misticismo omnipresente dejó de tener vigencia. Se entronizaron la violencia, la conquista y los sacrificios humanos pues, las castas militar y clerical, se asociaron en idea y praxis para seguir un sangriento camino que prosperó en los últimos quinientos años de Mesoamérica.
Hacia 1250 d.C. Tula, su capital y centro ceremonial, fue incendiado y abandonado. Sus descendientes tendrían una segunda oportunidad: en la península de Yucatán junto a los mayas y, con los chichimecas y aztecas, en la meseta central de México.

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