viernes, 30 de julio de 2010

CONDORHUASI Mitología y plástica

El centro regional de esta cultura --300 a.C. - 650 d.C.-- fue el valle de Hualfín en Catamarca, llegando su influencia hasta el norte de La Rioja. Relacionada con las Culturas ciénaga y alamito, su periodo de florecimiento fue contemporáneo a la Cultura tafí. Es de características valliserranas y su conformación se debe a una conjunción de tradiciones provenientes del altiplano y las zonas tropicales que, amalgamadas, produjeron su propio temperamento.
Socialmente estuvo organizada en grupos familiares relacionados por parentesco pero no de manera totalmente homogénea ya que requirió de artesanos con dedicación parcial en tareas de metalurgia, escultura y cerámica. Su economía se basó en la agricultura y en la cría de la llama. Los productos manufacturados tuvieron alto valor de intercambio alcanzando sitios tan distantes como San Pedro de Atacama en Chile.
Condorhuasi se destaca por la fuerte expresividad de sus obras plásticas donde predomina vocacionalmente la cerámica escultórica de buena factura. Su ideología animista
mítico-religiosa muestra ceramios de morfologías fantásticas fusionadas con personajes
y metonimias mágicas. Las obras denuncian el uso de alucinógenos con fines rituales, inductores de diseños donde abundan entes felínicos y figuraciones humanoides con abstracciones anatómicas.

Vasijas escultóricas
En un principio condorhuasi realizó una cerámica de color gris: botellas y vasos con dibujos geométricos incisos. Los vasos escultóricos funerarios, son muy característicos y tienen formas variadas: mezclan humanos y animales, creando imágenes superreales modeladas con esmero donde se destaca siempre el rostro. También, vasos cilíndricos de variadas proporciones con dibujos convencionales geométricos tricromos.
Las figuras humanoides presentan en general personajes sentados, de cuerpo robusto, con piernas y brazos cónicos, sin pies ni manos y la boca de las vasijas se la ubica en el cráneo del personaje. Casi como norma, se realizan dibujos en zigzag, similares a un tatuaje relacionado con el rayo o la serpiente, con blanco y negro sobre fondo rojo bien bruñido. Pero los ceramios de diseño más original son los mal llamados "zepelines". Son vasos compuestos por un cuerpo cónico y un cuello cilíndrico, donde se ha modelado el rostro de un ente alucinante de polifacéticos rasgos. Están concebidos con pautas formales nunca antes vistas en Amerindia, ya que presentan soluciones plásticas morfoespaciales referidas a un volumen pleno potenciado por un vacío, conformando ambos una integridad.
Tal morfoespacialidad también será concebida por la cultura tolteca en siglo IX d.C. al crear sus esculturas llamadas “Chac Mool”. Se recuerda que los dos principales criterios formales escultóricos habidos en Amerindia fueron el bloque esferoide y el prismático.
En las antípodas morfológicas, otros ceramios votivos permanecen en sí, autistas y silenciosos, en letargo introvertido y expectante. Diversos personajes de fantásticas formas, salidos de un superreal universo mítico-ritual, habitan esta sagrada iconografía. En general, el acervo se compone de cerámicas escultóricas de notable armonía formal, plena de volúmenes globulares, configurados dentro de un hermético intimismo. Con permanencia obsesiva cohabitan seres, entre humanoides y zoomorfos, que establecen una idealidad metafísica. Están compuestos por elementos figurativos conformando una corporeidad abstracta y a menudo de cabal expresionismo. Tales entes son proyectados, con alucinante ritualismo, por diseños plasmados con espontaneidad eidética, de contundente expresividad significante.
Se suceden personajes en tensa expectativa, como esperando su acaecer, sentados o de bruces; hay bípedos, ovoides u obesos, con cuerpos estáticos y extremidades de expansivas esferas; vasos cónicos de largo cuello y notable armonía entre forma y espacialidad.
El transfigurado conjunto de sorprendentes entidades y original lenguaje formal, va develando mitos y espantos subliminales con ominoso enigma, dialogando entre el modelado y la luz, esa vital viajera delatora de sutilezas. A menudo, las obras conducen por un patético sendero que aúlla multiplicado en las bocas de los vasos, con inmenso ulular desconsolado. Así, una despiadada mitología de un pueblo clamando su angustia existencial, expresada en la catarsis de magistrales ofrendas propiciatorias.
Al igual que tantas culturas amerindias condorhuasi muestra una cosmovisión inmersa en pavores y súplicas, con un diseño semiótico de conceptual dialéctica plástica. Su simbología fue expuesta modelando vasijas escultóricas y un dibujo signal, sugerente de venerados fenómenos cósmicos. Esa madurez creadora morfoespacial estableció cánones proporcionales donde los diseños están encerrados en metafóricos cuadrados
--signo de la Tierra y de los cardinales --, estructura básica de todos los sistemas compositivos amerindios.

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