domingo, 22 de agosto de 2010

¿QUÉ SABEMOS DE AMÉRICA PREHISPANA?

Sus mitos, su historia, su arte, su ciencia, sus técnicas: ¿se han divulgado convenientemente entre nosotros los argentinos? ¿Qué se conoce de todo aquello que ocurrió desde Alaska a Tierra del Fuego?

Queriendo contestarme estas preguntas es que desde hace más de dos décadas, investigo estos temas y he comprobado cuan poco se conocen la historia y las obras de nuestros ancestros nativos y lo ínfimo de su enseñanza, de su divulgación. Fomentar su conocimiento produciría, estoy seguro, una vasta adhesión.

En nuestro país la ignorancia sobre lo precolombino es grande. Por otra parte lo ocurrido aquí, en Amerindia, fue y es tan importante, enorme y valedero para la cultura del mundo que hace décadas ha sido reconocido internacionalmente. Lo creado en América desde 1500 años a.C. tiene tanta trascendencia cultural como lo que se realizó a lo largo del Nilo, en las tierras que circundan el mar Egeo, en la península itálica, en el vasto Oriente o en otras partes del planeta. Por eso, porque Amerindia conquistó el nivel de las comunidades creadoras es necesario que nosotros hoy sepamos lo que se pensó y trabajó aquí.

- ¿Qué nos han enseñado de los talentos de Amerindia?
- ¿Qué noción tenemos de las culturas maya, moche, tiwanakota, teotihuacana, azteca o inca, para nombrar sólo algunos de aquellos importantes pueblos?
- ¿Conocemos en qué zonas, en qué tiempos y con qué pensamientos se desarrollaron?
- ¿Tenemos acaso asiduas referencias, por los medios de comunicación, de Teotihuacan, Tiwanaku, Copán, Chavín de Huantar, Tikal, Tenochtitlan, Cusco o Palenque?
- ¿Es común que podamos tener referencias sobre la matemática maya, sobre su lenguaje o sobre su conocimiento del movimiento de los astros?
- ¿De la religión nahuatl que adoró a ese ser en parte mítico y en parte real llamado Quetzalcóatl, que los teotihuacanos identificaron con una Serpiente Emplumada, de sus acciones que fueron tan humanistas, pacíficas y en pro de la vida que fue echado, por una fracción militar contraria, de Tula su ciudad de la cual era rey?
- ¿De la economía del imperio inca donde no habo hambre, de la construcción de terrazas de cultivo y canalizaciones hidráulicas; del talentoso hombre que fue el inca Pachacuti estructurador del imperio; de los extensos caminos que se prolongaron desde Ecuador a la Argentina y que ninguna montaña logró interrumpir: si era necesario se horadaba la roca?
- ¿De la escultura olmeca, azteca o de san Agustín?
- ¿De la arquitectura teotihuacana, zapoteca o inca?
- ¿De los diseños y estética de la cerámica, del dibujo, de los tejidos, de las joyas?
- ¿Nos comunican esos temas a menudo?

Estas comunidades, esos hombres crearon durante más de tres mil años, un lenguaje encerrado en sus obras plásticas, pues casi todo lo realizado está en función de sus pensar cosmovisivo: religioso, político, socio-económico y estético-plástico. Este colosal material posee un alto valor intelectual y poético y es paradigma del esplendor cultural amerindio.

¿No sería importante y necesario que tales temas fueran asiduos en la educación y los medios de comunicación? ¿No sería importante rescatar del desinterés, porque se ignora el tema,
el espíritu de ese enorme trabajo que ellos realizaron, de ese hacer inspirado y fecundo, por convencimiento, por Fe y amor a la tierra donde se vivía?

Cada uno de nosotros puede hacerse estas preguntas y concluirá comprobando que son una verdad.
Pues, si así creemos: ¡CONTESTÉMOLAS! para que América precolombina no siga siendo la gran desconocida.

domingo, 15 de agosto de 2010

PALENQUE

Arquitectura - Escultura 600 - 800 d.C.
Nos sumergimos en los vapores cálidos de una selva húmeda, sonora de vida. Emergiendo de esta verdura politonal brota Palenque: centro ceremonial maya de las tierras bajas de Chiapas, México. Los edificios, extraídos de la frondosidad forestal, son el corazón del otrora sacro lugar. Su emplazamiento surge cual un camafeo marfileño entre canoros pájaros, colocado con exquisita sensibilidad sapiente, en un cofre de esmeralda botánica.
Descubierto a mediados del siglo XVIII, Palenque ha sido desde entonces objeto de fantásticas especulaciones en cuanto a su historia y antigüedad. Para su desgracia, sin desmedro de las importantes investigaciones arqueológicas realizadas hasta ahora, se presenta la paradoja de estar frente a una fulgurante obra de arte, integrada y coherente, de la cual la bibliografía estándar no habla estéticamente. Su armonía ha suscitado múltiples elogios por generaciones pero, poco o nada se ha analizado sobre su armonía estructural, su canon proporcional y menos sobre su evidente intencionalidad óntica, fundamento metafísico de su estética.
Su conformación estructural es propia, barroca y luminosa, de gran refinamiento formal y artesanal que denuncia, casi musicalmente, una singular espiritualidad. El conjunto, de privilegiada armonía, consagra un auténtico intimismo arquitectónico. Su encerrado urbanismo fue la expresión de poetas arquitectos inspirados pues Palenque es eso: un hecho poético sensual y esplendente, rodeado de un meandro boscoso. Reposa, como vívida joya exponiendo su aura fantasmal que reverbera sobre las ancestrales ruinas.

Arquitectura - Escultura. La sensualidad cinética
En Palenque, hubo una definida propuesta estética y plástica. Su urbanismo posee canon estructural y proporciones arquitectónicas que se mantienen constantes por unos trescientos años. Esto indica un conservadurismo estilístico que busca perpetuar, como imagen constante, la solidez del arraigo de las dinastías gobernantes; el signo de un ideal estético y la perduración de una idiosincrasia consustanciada con valores plásticos, religiosos y metafísicos.
El conjunto de edificios que componen Palenque son una rítmica melodía: es la dialéctica de sus formas que la envuelve con su discurso barroco. Lo estético, asentado en numerosos y puntuales detalles, florece en un conjunto amable, de sutilezas lumínicas. Esa esencia modal intimista, generalizada en el área maya, tuvo aquí su máxima expresión. La homogénea configuración de sus partes convierte a Palenque en un latir de formas y sonidos de luz generadores de equilibrio audiovisual.
Es una creación de pequeños templos, religiosos y conmemorativos de jefes dinásticos, con sus dos cámaras abovedadas y caladas cresterías cual cúspides del ámbito sideral. Esos santuarios privados, con humanísticos relieves sumergidos en el hálito sensual de barrocas iridiscencias, aún conviven con nosotros. Varios templos y estructuras edilicias rodean el Palacio, punto central de Palenque. Aquí, en ese Palacio, hábitat del sacerdocio, es donde se presiente una mística ancestral impregnada de copal. Gustamos de su original planta funcional que sincroniza tres patios internos con largas habitaciones en derredor, la liviandad de los muros, la mayor amplitud de las cámaras con sus osados vanos y una torre atípica que eleva sus tres pisos asentando la posibilidad de su utilidad astronómica.
Aquellos hombres veneraron a sus dioses extremando su misticismo con autosacrificios sangrientos y, al mismo tiempo, ofreciendo su Ser poético como inmanencia de una plástica sublime. Todo Palenque es una integridad votiva, una expresión esencialmente lírica donde hoy campea la placidez encapsulada de una paz paradisíaca. Es la obra maestra de ese clima existencial donde, a veces, los hombres logran insuflar su ternura esperanzada. Es la luz de ese espíritu en estado de nirvana y entregado a los dioses por Fe y que conlleva lo hondo, lo arcano del Ser humano para la esencia eternal de las deidades.
Con un estilo secularmente coherente de engamadas formas, de intención ritual religiosa y estética transcurrió Palenque. Esta vocación aún la envuelve, permanece entregada a ese temperamento de fusionar lo teocrático metafísico con lo físico-estético en una simbiosis armónica. Tal correspondencia de las partes expresivas fue la sensible concreción intelectual que generó tal armonía, que todavía nos acaricia cuando penetramos en ella, cuando la sentimos como un presente y ambulatorio fantasma, como un aflorar luminoso de cada una de sus corporeidades.
Hay cinetismo de arabescos que serpentean por sus muros enjoyados con relieves modelados. A veces representan escenas naturalistas con personajes de vívido dinamismo, otras, explícitos documentos históricos o alegorías míticas. Los primeros se encuentran en los frentes exteriores de las bóvedas, debajo de las cresterías y en los pilares, entre vano y vano, de los muros; los segundos en las paredes de fondo de los santuarios. Se muestran severos jerarcas enmarcando un tema central

mítico-histórico, representando una suerte de relato de comunicación y conmemoración histórica, de sucesiones políticas, rodeados de glifos con fechas calendáricas.
Tres de los relieves más importantes tienen imágenes cruciformes en su zona central. Dos de estas cruces están compuestas por tres monstruos: uno inferior, Inframundo; uno medio, terrestre y uno superior, celestial. Estos relieves se encuentran en Templo “de la Cruz” y de “la Cruz Foliada”; el tercero en una gran loza calcárea, la del rey-sacerdote Pacal y pertenece a la lápida de su tumba ubicada bajo la pirámide del Templo “de las Inscripciones”. Estas cruces, simbolizan la planta del maíz y el Eje del Mundo.
Los relieves murarios fueron modelados con estuco --cal, piedra molida y agua--

y sobresalen por la sensible maestría plástica de su factura. Trasuntan un expresionismo de conmovedora naturalidad. Además de los relieves, se han desenterrado mascarones de dioses y cabezas modeladas de notable naturalismo psicológico e intenciones retratistas. El logro plástico de retratar personajes de su sociedad coloca a la plástica palencana en especial lugar junto a olmecas y mochicas.
El modelado de Palenque es vital; ejecutado con sensible oficio y expresionista espontaneidad, la luz resbala resaltando lo mínimo y la energía psíquica del personaje se manifiesta y vibra. Observando ese personal modelado de explícito palpitar cual inherencia de la materia plástica, no se puede dejar de rememorar a Donatello y Rodin. Ambas expresiones, con mucho en común y gran distancia temporal, hacen reflexionar sobre la infinitud de la poesía y su metafísica esencia omnipresente, no importa en que lugar o tiempo, pero que sólo algunos dotados poseen y plasman.
Todo Palenque es metáfora arquitectónica, es poiesis trasmutada en desarrollo constructivo; creado cual alegoría ontológica por sucesivos reinados, por hombres consustanciados con un idéntico Ser, con un mismo discurso estético ofrendado al Ser del mito, esencia temática de su devoción expresada con esplendente presencia. Palenque nos impone esa estética simbiotizada con lo mítico en constantes reverberaciones. Esa unión insuflada por su ancestral intimismo y arraigada en su armonía, ha logrado perennizarse como ente. Tal la virtud de una constancia artística que, extraída de la inmanencia del Ser, es colocada en una creada realidad expresiva. Desde su plasmación, aquel ente ha emanado inmutable en la dinámica de su estabilidad constructiva. Todavía será un pulsar eternizado mientras el deterioro de los siglos no arrebate su materia. Desde lo profundo, el otrora sagrado ámbito todavía irradia su aura cobijante de iridiscencias cautivas. Eso es lo substancial de Palenque: un deslumbramiento consumado en la eurítmia y aprehendido estéticamente.

OLMECA

Configuración dogmática y diseño metafísico
Poco se sabe de su transcurrir. Inmersos en la selva de la costa sur del Golfo

de México, su desarrollo cultural ocurrió en el Periodo Preclásico, 1300 - 400 a.C.
Fundaron una sociedad subordinada religiosamente al jaguar y tales conceptos fueron plasmados en una poderosa obra arquitectónica, escultórica y cerámica, producto de una técnica neolítica de extraordinario artesanado. Esto, los coloca como una cultura muy avanzada para esa época mesoamericana.
Durante el primer milenio anterior a nuestra era, establecieron rutas comerciales desde sus tres sucesivos centros ceremoniales: San Lorenzo, La Venta y Tres Zapotes, difundiendo su dogmatismo y pautas culturales a Tlatilco en el centro de México, al inicial pueblo zapoteco,
a los grupos protomayas, a la costa del Golfo y llegando hasta la actual Costa Rica.
Será en San Lorenzo, donde establecerán primarios criterios de diseño para un urbanismo ceremonial. Efectuaron observaciones astronómicas en incipientes estudios de la mecánica celeste; inventaron un tipo de calendario con numerales y crearon los primeros jeroglíficos semióticos de Amerindia. Tales logros intelectuales serán legados a las posteriores culturas, principalmente a la zapoteca y a la maya.

La Arquitectura
En La Venta, su segundo asentamiento, crearon un urbanismo de tipos arquitectónicos. De esta manera, diseñaron estructuras edilicias, prototipos morfológicos y espaciales con múltiples variantes formales, que se desarrollarán en la futura Época Clásica: la pirámide templo, sistemas templarios, la plaza ceremonial, el campo de pelota y los monumentos míticos o de conmemoración política

e histórica: las estelas.
La Venta fue un centro de culto concebido con Modo Monumental, cerrado y limitado; con espacialidad intensiva y volumen horizontal. Su extremo sur fue obturado por una pirámide redonda de adobe, posible símbolo del volcán Pajapán. (Al parecer, mítico lugar de la creación del mundo según se interpreta de su iconografía.) Hacia el norte, dos plataformas paralelas, supuesto campo de pelota; seguía una plaza cercada pero abierta al cielo y, en el extremo norte, una pirámide. La concepción de un diseño mítico-astronómico es obvio.
Así queda inaugurado en Mesoamérica, de manera explícita y grandiosa, un pensamiento metafísico, dogmático y plástico que regirá por más de dos mil años.

La Escultura
Crearon la primera gran escultura amerindia y una de las más potentes del planeta.
Fue plasmada líticamente, como obra de culto votiva o conmemorativa. Colosales cabezas, sacerdotes, tronos-altares, obras propiciatorias de la fertilidad agraria como las hachuelas de jade, máscaras, esculturas cerámicas de niños, etc. La mayoría de las esculturas poseen una concepción naturalista siendo, gran parte de ellas, idealizadas como abstracciones figurativas, expresionistas o superrealistas de imágenes de dioses. Abundan tallas humano-felínicas producto del culto al jaguar,

su deidad suprema detentadora del poder de la Tierra, el Sol,
a Lluvia y la germinación del Maíz. El mito felínico, se tornó tan obsesivo en su iconografía como ocurrió en san Agustín –Colombia--, y en chavín –Perú--, culturas contemporáneas de la olmeca, y aguada --Noroeste argentino--.

Cabezas colosales
Las enormes cabezas de Modo Estético Monumental y Estilo Figurativo: Naturalista, son retratos de jefes, quizás reyes-sacerdotes.
El desbaste del bloque es escaso, conservando la volumetría de la masa original con su total potencia lítica. Se percibe, con inmediatez impactante, a un ser humano cuyo retrato es de cabal altivez y firme carácter, estableciendo con hondura la sublimación de un superhombre.
La fuerza que emana de la captación psicológica de aquellos autoritarios señores y la altura expresiva de tal plástica denuncia un superior talento para penetrar en la naturaleza humana; comunica su trascendencia metafísica y la íntegra magnificencia de la piedra por la expresión de su cualidad inmanente: la petricidad. Los olmecas reiteran en cada trabajo una sólida poesía formal apoyada por una eximia artesanía de maduros escultores.

"Trono" o "Altar" 4 de La Venta
Imponente monumento realizado con cuatro explícitas concepciones formales: mítica, naturalista, ideográfica cósmica y arquitectónico-escultórica.
· Lo mítico. El friso superior muestra la imagen frontal y abstractizada del rostro de un jaguar como protector poder celestial. Abajo, una gran boca, abertura simbólica hacia el Inframundo.
· Lo naturalista. Bajo el friso, un sacerdote de humana presencia, surge de las fauces del felino, o sea de la boca-entrada al Inframundo. En la mandíbula superior que enmarca la boca
y en diagonal hay cuatro plantas de maíz. El sacerdote sostiene la cuerda que apresa un prisionero tallado en la cara lateral.
· Lo ideográfico cósmico. Todos los elementos ensamblados configuran una definida ideografía: un jefe bajo la tutela felínica en la entrada al Mundo Subterráneo, región de los Muertos y la Fertilidad, ostenta su captura, símbolo de su poder. Lo rodea la planta sagrada que emerge de la matriz del Poder y la Fecundidad: el seno de la Madre Tierra. El bloque escultórico es una configurada metonimia de la Tierra, pudiéndose interpretar que a ésta la energiza el jaguar y bajo su tutela, la gobierna

el hombre.
· Lo arquitectónico-escultórico. El haber tallado este monumento con una función específica de posible altar o trono, estableció pautas utilitarias inherentes a lo arquitectónico pero, al mismo tiempo también escultórico expresivas: figurativas

y abstractas, bi y tridimensionales.
(El concepto arquitectónico-escultórico fue norma constructiva en casi toda América antigua.)
Se han descubierto varios monumentos de similares características morfológicas, lo que prueba la constante preocupación de las castas gobernantes por la mostración, con fines políticos, de conceptos dogmáticos, transmutados en pensamientos visuales y plasmados en obras de culto como comunicantes ideografías cósmicas de poderosa volumetría y diseñada estética.
Al igual que en toda expresión de magnitudes trascendentes y atemporales, en la plástica olmeca el Ser del autor se devela en la obra. El autor fue transmisor de lo colectivo cultural,
o sea, lo mítico, lo político y lo estético. Tal nexo trinal se yergue constante en la obra olmeca patentizando la metafísica configuración óntica, o sea del

ente-artístico-plástico, desocultando su poética y volcánica voz.

TEOTIHUACANA

Mitología, religión y simbolismo cósmico. 200 a.C. - 800 d.C.
A lo largo de todo el milenio anterior a nuestra era se desarrolló, la cultura teotihuacana. Fue, en la meseta central de México, donde este grupo agrícola y aldeano, va creciendo hasta alcanzar expresarse como una de las más poderosas

e inspiradas sociedades humanas de Amerindia. Su potencia ideológica como centro de culto y político, y como ciudad produjo, no solo un alto nivel administrativo, sino que, al comerciar con gran parte de Mesoamérica, expandió sus ideas, obras y mitología dando origen a variantes religiosas y artísticas.
Esta sociedad sintió, como muchas en América, la apreciación fundamental de la valoración por la naturaleza. Esta apreciación constante de los fenómenos climatológicos se manifestó en un apasionado culto y respeto máximos por "esos dioses": la Lluvia, el Rayo, el Trueno, etc. que, en su conjunto, eran "la Madre Natura". La obra plástica, expresión mítica, religiosa y poética de esta veneración,

lo prueba.

La devoción monumental
Su definición como gobierno teocrático comenzó alrededor de 200 años a.C.

Se inicia la construcción de la Pirámide “del Sol”, colosal masa de expresión ambivalente pues, al mismo tiempo que se eleva conserva una evidente expansión horizontal. Ya aquí, en esta concepción, podemos observar el predominio de un pensamiento dual que poseyeron en sus creencias todos los pueblos amerindios.
Es posible que por estas épocas hayan arribado al concepto del universo como unidad total de la existencia, con esto quiero decir que, en tiempos arcaicos, sus antepasados concibieron la realidad como la manifestación de múltiples dioses
--fenómenos--, cada uno autónomo en sí mismo.
Lentamente, sin abandonar nunca su pensamiento mágico, el hombre hace en esta región del planeta, un incipiente comienzo de razonamiento cognoscitivo. Paulatinamente, a medida que los más inteligentes van interpretando la interrelación fenomenológica, se va abandonando el criterio individualista del chamán con sus dioses autárquicos. De esta manera, se inventa una casta sacerdotal que predomina sobre el jefe tribal, crea una cosmogonía y una religión, establece un culto ritual y construye centros ceremoniales de variada tipología arquitectónica. Este camino no fue sencillo: transcurrieron muchos siglos hasta que la configuración de que el cosmos es una unidad con infinidad de manifestaciones, positivas y negativas

--deidades-- se afianzó y produjo uno de los logros intelectuales y existenciales más importantes del hombre antiguo.
Los sacerdotes impondrán severas directivas políticas, religiosas y morales.

Se construirán las obras que hasta hoy nos llegan y que son el paradigma de su potencia intelectual, organizativa y artística. Así, en Teotihuacan, los senderos humanos de la vida y los misterios de la muerte son estructurados por los sacerdotes dedicados al autosacrificio, la meditación, el estudio, al gobierno y, enfáticamente, al culto de sus dioses tutelares: aquellos que hay que atender cada día para implorar sus favores. Los dioses se "comunican" con los hombres santos, su personificación en la tierra, por ello éstos ejercen el derecho de fundar un estado y conducir a la sociedad.
Tal evolución fue también científica: los conocimientos astronómicos y matemáticos dieron lugar a la invención de calendarios. El pensamiento mágico, ahora enmarcado por una religión instituida, profundizó su presencia en la invocación a los dioses y en los sacrificios que les otorgaban.
Elaboraron un panteón de dioses tutelares siendo esas deidades las que originaron la imperiosa necesidad de templos e iconos. Los mitos y la religión fueron el motor para la creación de colosales obras que hoy consideramos arte. No fue así para ellos puesto que arquitectura, escultura, pintura y cerámica eran objetos de culto, eran por y de los dioses y, en muchos casos, eran los dioses. Otras, son obras ideográficas plenas de signos con categoría de lenguaje escrito. Lo más probable es que esas obras --esculturas, pinturas, cerámicas-- fueran creadas y realizadas en talleres ocultos, por artistas reclutados por los jefes religiosos. Muchas de las obras serían para uso exclusivo de los sacerdotes, otras, con símbolos y formas estandarizadas, para la “catequización” del pueblo. Hoy, todavía podemos "leer" el mensaje que nos trasmiten. La expresión de las obras quedó patentizada por la relevante capacidad poética de algunos hombres y su vocacional aptitud plástica que la perspicacia de los sacerdotes supo explotar.

La plástica por los dioses
Acercarse a Teotihuacan es conocer la sabiduría que implica construir un centro ceremonial, una ciudad concebida como hábitat de un pensamiento místico, que cobije y acompañe la perennidad del tiempo. Su monumentalidad hace que nos sintamos predispuestos a reconocer, a experimentar la inmortalidad de lo sagrado. Es una construcción en función de un credo fulgurante y vital que es comunicado

con una plástica de inteligente síntesis: ésta, es símbolo y configuración de ese pensamiento.
Crearon formas arquitectónicas distribuidas abiertamente donde el espacio entre volúmenes juega de manera potentísima. Es la valoración y fuerza de ese espacio lo que convierte a Teotihuacan en un monumento de estética sublime por el equilibrio dialéctico de sus componentes. La horizontalidad, como explícita idea de lo profundamente terrenal; la verticalidad, frenada su ascenso por la horizontal: así son sus pirámides, pesando su mole contra la tierra. La simetría, símbolo del reposo, de un estado de éxtasis contemplativo que irradia el misticismo de la Fe en lo humano. Teotihuacan fue construido por una lúcida inteligencia de teólogos y matemáticos, de artistas comprometidos medularmente con su credo. Se desprende de su estética un enorme idealismo mostrado en forma casi abstracta, con deliberada intelectualidad simbólica, como lenguaje ideográfico de mitos y cosmogonías.
Nos legaron el pensamiento inscripto en sus obras, padre de futuras culturas mesoamericanas, toltecas y aztecas. Nos legaron su mensaje de paz y armonía con la musicalidad de su silencio, su mundo mítico y estético donde la eternidad del transcurrir del tiempo fue arte por los dioses y hábitat para que los hombres entregaran su devoción.

miércoles, 4 de agosto de 2010

TOLTECA

La primera revolución militar imperialista mesoamericana la produjeron los toltecas, grupo nahua que para el 860 d.C. había fundado Tula, ubicada en la meseta central de México. Dicha revolución fue total: política, mitológica, ceremonial, constructiva, estética y plástica, fundando un accionar conquistador que se extenderá hasta sus descendientes aztecas. (En esta síntesis me ocuparé sólo de lo artístico.)

Supieron extraer enseñanzas de la tradición teotihuacana, de la cual tomaron aquello que coincidía con sus propias ideas. Las concepciones arquitectónica y escultórica cambiaron, logrando una dimensión morfoespacial y artística de relevante originalidad. Realizaron sendas concreciones urbanas y plásticas de acuerdo con sus nuevos conceptos teológicos y militares.
Como toda cultura de conquista territorial, implantó un formalismo arquitectónico pragmático de Modo Híbrido, con elementos monumentales e intimistas integrantes de la obra, concedió una mayor espacialidad interior a los edificios por medio de gran cantidad de columnas, conjunto de vigas con techos planos y utilizó tipos constructivos con mampostería de piedra y cal acelerando la terminación de las obras.
La novedosa manera de construir, con el sistema columnata, vigas y techo plano, quedó plasmada en su centro ceremonial, en el llamado "Palacio Quemado" y su principal pirámide dedicada al dios Tlahuizcalpantecuhtli, la Estrella Matutina (Venus). También es patente en la invención del tipo de obra denominado tzompantli, basamento dedicado a la exposición de calaveras producto de los sacrificios humanos; en el diseño de los campos de pelota y en murales con imágenes guerreras.

La estatuaria lítica, condiciona lo temático a la ejecución de relieves e incisiones plenos de detalles intimistas. Aquí, lo tridimensional es el bloque en sí, no lo tallado en él, similar a los monolitos tiwanakotas. Esto es lo que ocurre con los "Atlantes", columnas escultóricas --cariátides-- del templo de Venus, de cabal presencia militar; o con las columnas serpenteas y emplumadas
--cariátides de Kukulcán / Quetzalcóatl--, en templos de Chichén Itzá, donde la cabeza del ofidio es el plinto, el cuerpo el fuste y el crótalo el capitel, apoyo de la viga. Ambas creaciones son de Estilo Abstracto: Figurativo e Híbrido. Los "Atlantes" son cuatro columnas escultóricas compuestas cada una por tres bloques prismáticos superpuestos y encastrados. La imagen del guerrero está tallada como relieve sobre la piedra, no como escultura tridimensional. Se observan dos criterios morfológicos simultáneos: las grandes síntesis del rostro y el pectoral
--símbolo del Fuego, Abstracto: Geométrico-- junto a los nudos, taparrabo y caracoles de los empeines --símbolos de fecundidad, Figurativo: Idea-lista y Barroco--. Tal situación híbrida es producto de la influencia purista teotihuacana aunada al barroquismo tolteca. En general, la plástica tolteca muestra imágenes mitológicas relacionadas con lo bélico y sus guerreros.
El soldado ha reemplazado al sacerdote y deidades de la Época Clásica.

El mal llamado "Chac Mool" = Jaguar Rojo, es un personaje mítico creado por esta cultura. Se lo podría considerar una especie de "correo" que llevaba los corazones sacrificados a los dioses. Formalmente revolucionarios, son compactas concepciones cuyo bloque desbastado aún se patentiza como tal, estableciendo un nuevo criterio tridimensional, morfológico y espacial, distinto al conseguido con el bloque esferoide, cúbico o el típico prisma vertical. El encontrado en Chichén Itzá es un monolito horizontal, que constituye un tipo de obra de excepcional originalidad estructural y compositiva. En este "Chac Mool" se diseñó un diálogo de singular equilibrio entre un pleno y un vacío sin que éste abandone el bloque pues resta como volumen virtual. Tal vacío potencia, formal y expresivamente al pleno. Es una obra de causalidad
mítico-religiosa donde el enigma impera desde el hermetismo de una petricidad cabal, donde diseño y contenido son presentados con absoluta coherencia.
No hay duda que los toltecas cambiaron los patrones culturales en lo político, religioso, ceremonial y artístico. La poderosa ideología teocrática teotihuacana con su misticismo omnipresente dejó de tener vigencia. Se entronizaron la violencia, la conquista y los sacrificios humanos pues, las castas militar y clerical, se asociaron en idea y praxis para seguir un sangriento camino que prosperó en los últimos quinientos años de Mesoamérica.
Hacia 1250 d.C. Tula, su capital y centro ceremonial, fue incendiado y abandonado. Sus descendientes tendrían una segunda oportunidad: en la península de Yucatán junto a los mayas y, con los chichimecas y aztecas, en la meseta central de México.